El reino animal está lleno de madres ejemplares. Todas y cada una de ellas dan sus vidas por mantener a salvo a sus crías, es por eso que en este Día de las Madres también se reconoce el arduo trabajo que llevan, y que a su vez da equilibrio al ecosistema.
Ciudad de México, 10 de mayo (SinEmbargo).- El 10 de mayo es celebración para miles de mamás. Los hijos aprovechan para reconocer el esfuerzo, la sabiduría y la entrega del ser que les dio la vida. Sin embargo, el reino animal está lleno de grandes madres que arriesgan todo para cuidar a sus retoños.
Es por eso que hoy haremos una mención de las 5 madres salvajes que realizan un admirable trabajo desde que sus crías están en el vientre.
ELEFANTE: UNA LARGA Y PESADA ESPERA
Para mamá elefante la llegada de su bebé es todo un reto. Durante 22 meses de gestación (uno de los más largos del reino animal) tiene que alimentarse lo suficiente para darle los nutrientes necesarios a la cría. Tanto los elefantes asiáticos y africanos realizan extensas caminatas por la jungla o la sabana, por lo que la futura madre tendrá que realizarlas hasta con 115 kilogramos más de peso, conforme el embarazo vaya progresando.
Es un período largo y pesado, sin embargo, cuando la cría nace es la mejor recompensa. Mamá elefante se convierte en la más cariñosa y protectora, haciéndole frente a cualquier situación. Al final todo vale la pena.
ORANGUTÁN: VISITAS A MAMÁ POR EL RESTO DE SU VIDA
Mamá orangután, al igual que todos los primates, forman un lazo muy grande desde el primer contacto con su cría. El período de gestación oscila entre los 8 meses y medio hasta los 9, muy similar al de los humanos. La madre está en todo momento con su bebé, desde los primeros meses hasta los 5 años, que es cuando deja de amamantarlo.
Los pequeños orangutanes suelen ser muy curiosos y traviesos, por lo que las mamás siempre están siguiéndolos para evitar que les suceda algo. Sin embargo, cuando llega la hora de partir, los machos no regresan con su madre; caso contrario a las hembras, quienes regularmente visitan a su progenitora.
Mamá orangután tendrá 8 años para volver a reproducirse y repetir el ciclo.
PINGÜINO EMPERADOR: CALIDEZ EN UN HOGAR FRÍO
Es bien sabido que el trabajo de empollar el huevo de estas especies lo realiza papá. Mientras mamá pingüino realiza un viaje de 62 días para ir en busca de comida.
Cuando el polluelo rompe el cascarón espera junto a su padre a que llegue la comida, y también mamá. Una vez ocurrido esto, papá emprende un viaje al mar y la crianza correrá a cargo de la hembra, quien tendrá que buscar alimento y dejar por un rato solo al bebé. Mientras esto sucede, el pequeño estará vulnerable junto a las otras crías, siendo presa fácil de aves, focas, orcas y osos polares.
Cuando el macho regresa de su recorrido, ambos se dedicarán a cuidar al polluelo hasta que alcance la etapa adulta.
OSO PANDA: MADRE PACIENTE Y UN BEBÉ MUY ACTIVO
El oso panda es una especie en peligro de extinción y un ícono de China. Su reproducción artificial en zoológicos es considerada un logro dado a su complejidad. Aunque quedan pocos ejemplares en libertad, aún existen los casos de crianza de manera natural y se espera que la población se recupere en próximos años.
En los 5 meses de gestación mamá panda preparará el lugar donde criará a su bebé, quien nace pesando apenas 140 gramos, ciego y con una pigmentación rosa. La madre deberá amamantar a su cría entre 6 y 14 veces al día durante media hora. Es un trabajo cansado, por lo que eventualmente dejará solo al pequeño para ir a alimentarse de grandes cantidades de bambú.
Con el tiempo, la cría ya tiene visión de lo que hay a su alrededor. Su pelo comenzará a crecer y se arrastrará, pues aprender a caminar es también otro reto. Mamá panda jugará con su bebé, le enseñará a reconocer olores y a trepar árboles, lo que lo mantendrá seguro. Madre e hijo son cariñosos, pero cuando llega la hora de separarse, al igual que para todas las especies, la madre sufrirá.
COCODRILO: DETRÁS DE ESOS COLMILLOS HAY AMOR
Mamá cocodrilo parece estar sonriente, o al menos eso refleja cuando enseña sus filosos dientes. Después de completar el ritual de apareamiento y se haya tenido éxito, mamá cocodrilo deberá salir del agua y tendrá que cavar una pequeña zanja para enterrar sus huevos. Incluso tapará el acceso a su nido para que ningún depredador lo encuentre, y sólo ella sabrá como llegar.
80 días después, ella tendrá que regresar al nido para llevar a sus crías al agua. Una vez desenterrados, los bebés viajan en su mandíbula hasta llegar a la seguridad de un manglar, donde permanecerán un tiempo.
Cuando mamá cocodrilo sale a dar un recorrido, las crías viajan en su lomo. Ella hará todo lo posible para que ningún otro animal se los coma, como las aves, quienes son sus principales depredadores, claro, hasta que aprenden a cazar.